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martes, 17 de febrero de 2009

Brujas Infiltradas

Prólogo

A pesar de ser la hora de mediodía, el cielo entero se obscureció en un instante. Un helicóptero surcó en lo alto, sobre la Villa, trazando sendas líneas de luz con su reflector, valorando la situación. Aproveché para ver lo acontecido con claridad en el fugaz trayecto luminoso. Se ha grabado en mi memoria un panorama desolador. El fuego se ha apoderado de la mayor parte de las viviendas que arden y se consumen sin replicar, me vi caminar entre sangre líquida que corría aún por las calles de tierra, mezclando polvo y muerte; el olor nauseabundo inundó mis pulmones. Parecía que andaba sobre el despojo de una guerra.

Caminé despacio tratando de controlar el temblor de mis piernas, aun se escuchan los disparos a lo lejos, siguen cayendo los muertos y mi espanto no encuentra la calma. Seguí avanzando, lento, mis nervios están por reventar ante tal situación. Lo que mis ojos tienen ante si, es algo inhumano, una mujer colgada de un árbol atada de los pies y tendida con la cabeza hacia el suelo, tiene los labios abiertos como si quisiera hablar, pero está muerta, en su pecho hay un hoyo que se puede ver de lado a lado, seguramente producto del ataque de los militares.

La mayoría de los habitantes ha muerto en la ofensiva, algunos más murieron en el trayecto de su esforzada huida, y otros pocos, muy pocos, si es que acaso los hubo, lograron escapar con la ayuda de dios, o del demonio.

Continuará...

Autor: Martín Guevara Treviño

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Brujas Infiltradas; esta historia la podrás seguir en la página de Libros y Libretas


Diosa de Papel (novela)

“Aquel que se ama a si mismo,
no tiene rival alguno”
— Benjamín Franklin

1.

Por el centro de aquel espeso bosque atraviesa la carretera negra; del pavimento húmedo parece desprenderse un gas blanco ligeramente. Un automóvil rojo transita solitario, lleva las luces largas para poder ver a través de la densa niebla que el lugar posee en medio de la noche lúgubre.

Kenny maniobra al volante, es una mujer delgada y joven, el maquillaje en su rostro hace resaltar su personalidad firme. Activa el parabrisas para limpiar el paño de niebla, al tiempo que estira su brazo aumentando el volumen del autoestereo dejándose escuchar una voz femenina que cantaba un rock-pop carraspeado "...eternamente bella, bella...". Con los cristales levantados a tope, va inmersa entre la música y el volante.

Aquel bosque parecía contar con propia vida en la fusión de la obscuridad y la niebla, los sonidos nocturnos que de él emanaban cual voces del otro mundo. Kenny fija su mirada en el retrovisor, percatándose que a lo lejos, sobre la carretera hay unas luces entre la niebla, como si un automóvil la siguiera. Al volver la vista al frente algo pesado choca contra el parabrisas produciendo un alarido desgarrador, obligándola a sumir el freno desconcertadamente. El automóvil resbala sobre el pavimento quedando atravesado en pie a lo ancho de la carretera. Abre la puerta para descender, con su cabellera suelta, y embutida en pantalones de mezclilla ajustados combinaba su blusa amarilla, al pisar fuera del auto deja un manchón de lodo que se desprende de las suelas de su calzado.

Del cristal escurre un líquido rojo, mientras el escalofrió recorre su cuerpo al tiempo que observa ante sus pies sobre el asfalto, un ave nocturna completamente destrozada entre un charco de sangre tibia.

Las luces del auto atravesado a lo ancho de la carretera iluminan hacia el bosque mientras ella busca con la mirada a lo lejos, las luces que poco antes había visto por el espejo retrovisor, pero no encontró nada, como si se las hubiese tragado la tierra, se hallaba en medio de una carretera solitaria, un escalofrió recorre su cuerpo obligándola a sobar sus brazos con las manos, mientras el viento ligero revolvía sus cabellos.

2.

La luz del amanecer da vida a la ciudad, el tráfico de vehículos sobre las avenidas comienza a engrosar a esa hora temprana. Kenny en su departamento se encuentra lista para partir a su trabajo, mira ante el espejo sus últimos retoques para enfrentar el nuevo día. La puerta de la habitación se abre dejando entrar a una chica, enfundada en su bata de dormir. Nora es una joven, amiga de Kenny, ambas comparten el departamento después de haber conseguido empleo en la misma agencia de modelaje. Se conocieron dos años atrás, unidas por el trabajo y gustos afines hicieron de ambas las mejores amigas, llevan un poco más de seis meses compartiendo el departamento. Esa mañana Nora rompe todo su esquema, con ropa de cama y con los cabellos aun con rastro de modorra la hacen lucir tal cual es, sin poses.

—Buenos días —saluda Nora—. No me di cuenta a la hora que llegaste anoche.
—Fue un poco tarde —responde—.
—Y dime, ¿cómo te fue esta vez con tu madre?

El rostro de Kenny palideció y muchas imagenes cruzaron su cabeza en un segundo.
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domingo, 8 de febrero de 2009

El fin del mundo

...toda obscuridad palpable.

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Entrevista en Revista Virtual Española:

"PAPIRANDO" REVISTA LITERARIA DE ARGENTINA