Amor a primera vista.

Sus ojos lo dijeron, no hacía falta la voz. El ruido del camión ruta 34 estropeaba mi concentración en sus pupilas. Las voces del pasaje trataban de distraer mi embeleso. Ella trataba de esquivar mi atención, yo no podía más, en un segundo sentí que la amaba. Sus mejillas se rosaron mientras quitaba sus audífonos para guardarlos en su bolso.

Ese pestañear me invitaba, nerviosa, tímida pero hermosa, justo en el asiento frente al mío. Seguí con mí mirar su contonear movimiento hacia la puerta, fui tras ella. El amor a primera vista es posible, me dije insistentemente. Bajamos del camión, la seguí a corta distancia mientras ella volvía la vista de cuando en cuando, sonriente, nerviosa, sonrojada.

Mis instintos de hombre no pudieron más, me acerque, vi sus ojos de cerca, abiertos, muy abiertos mirándome fijamente, “el amor a primera vista si existe”, repetía mi cerebro. No pude digerir sus palabras, lleno del éxtasis de la situación. En aquel callejón solitario la hice mía, el sexo y el amor combinados hacen que la vida valga la pena. Ella lloraba, comprendí su emoción, así es el amor. Le cumplí su deseo.

Ahora no comprendo nada, mi mundo ha girado de repente y me encuentro encerrado, condenado a una inyección letal. En la televisión dicen que soy un monstruo, pero ellos no comprenden, ella quiso dormir para siempre para recordar eternamente que el amor a primera vista si existe. Pero ya no hay tiempo, pronto me harán reunirme con ella.

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