Agitado da vuelta en la esquina. Sus piernas flaquean, desvanece. Marcelo sabe bien que si se detiene pierde la vida.
Tras él un vehículo rojo aproximándose, un largo brazo por la ventanilla asoma el cañón de una pistola.
Marcelo se arrepintió en un momento haber ingresado a la mafia, pues sabía que el día en que les fallara, sería el último de su existencia; ese era el día justo.
El oscuro callejón le sofocaba, vuelve la vista perdiendo la esperanza, los faros relucientes le ciegan y un disparo se escucha al momento que el plomo atraviesa su frente.
Autor: Martín Guevara Treviño
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