Carlos de Tomás (1960) es uno de esos maestros de la palabra que ha explorado todos los géneros y veredas literarias. Desde la poesía, la crónica periodística, hasta la prosa poética; y, por supuesto, la narrativa. Y es en este último género por el que nos interesamos. Su último libro de cuentos La ciudad gris y otros relatos reúne ocho piezas breves que transitan entre la novela negra y lo oculto. Entre el misterio y la fantasía. Entre la velada realidad de un presente enfermizo y desordenado, y tramas asfixiantes y misteriosas que desvelan un torrente de posibilidades.
No es necesario hacer una radiografía de cada uno de los relatos que componen el libro. Cada historia nos sumerge en un mundo distinto. Son piezas aisladas. Pero al leer el libro se tiene la sensación de haber vagado por un homogéneo mundo oscuro de sombras intrigantes. Y un desasosiego, una sensación de que algo está ocurriendo nos invade. No en vano, el autor se confiesa atraído por el cyberpunk, corriente en la que mundos tecnológicamente sofisticados conviven con la precariedad humana. El reflejo de una sociedad decadente y deshumanizada que no es ajena a nuestros días. Pero en este libro, esta visión deshumanizada y descarnada de la sociedad, es aumentada hasta límites insospechados.
El lenguaje juega un papel primordial en el discurso narrativo del autor. Se muestra hábil desbrozando fórmulas descarnadas y vívidas, desprovistas de ornamentos, muy acordes con las voces de sus estrafalarios personajes errabundos y desorientados. Un estilo directo, a veces coloquial, y afilado que nos apela de una forma cercana. Pero a la vez, es capaz de insuflar un aliento poético a sus textos. Y parece, este sentir lírico apuntar en dos direcciones. Una, inundar de belleza el relato. La otra, crear una atmósfera, a veces onírica, otras ilusoria, en la que se mueven los hilos argumentales de estas grises narraciones.
En relatos como El bicho nos encontramos ante una narración que abre con una kafkiana situación de metamorfosis imposible. Sin embargo… habrá que leer la historia para comprender como De Tomás nos quiere hacer conscientes del poder manipulativo de la literatura. El juego de posibilidades narrativas se despliega y sorprende al lector.
Desde el otro lado es un relato que hibrida entre la historia policial y la fantasía. Una pieza onírica que desde el principio nos descoloca. Una metáfora de la dualidad realidad/fantasía que, otra vez, nos demuestra la capacidad sugestiva del lenguaje. ‘Desde este lado soy eternamente sordo, aunque como ventaja compensatoria puedo volar’ nos revela el narrador-protagonista al comienzo de la trama. Y otra vez, como en muchas de las piezas que componen La ciudad gris… habrá que esperar al final para captar el sentido último de la narración. Porque siempre, tras la lectura inquieta de estos textos, encontramos un final inesperado. Un giro que nos desconcierta y encaja las pistas que el autor ha ido mostrando hábilmente a lo largo de la historia.
En otro relato, La misión, nos adentramos en los recovecos de la mente humana. El autor nos propone otro inteligente juego de espejos, un sutil engaño. Nos introduce en la visión sesgada y desconcertante del insólito protagonista. Y en esa ambigüedad que caracteriza la obra de Carlos de Tomás nos veremos inmersos en las cavilaciones de un ¿detective, policía, vagabundo, loco? que hace que se tambaleen nuestras suposiciones y nuestros prejuicios. Todo está en el aire. Y ese es el gran señalador de la literatura de calidad: el encontrar múltiples significados y posibilidades. El detectar una realidad distinta o múltiple que el escritor es capaz de atisbar. Y es capaz de trasmitirla al lector.
‘Que dejan atisbar la realidad de la noche que aún no ha ocurrido’ nos dice el narrador en el primer párrafo de Paisajes de Ceniza. Y bien podría esta frase sintetizar, (si es que posible sintetizar una obra literaria en una oración), la intención del autor en este libro. Porque todo está por ocurrir, todo es ajeno e insólito en estos parajes urbanos y oscuros que nos sugiere un diestro contador de historias.
Finalmente sólo queda acercarse a este insólito ejercicio literario que el veterano autor de El cuaderno veintiuno nos propone.
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